La Coordinadora Ecologista Almeriense se ha dirigido al Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en un comunicado en el que le expresa “el rechazo a cualquier incremento del gasto militar, que perpetúa la lógica de la violencia como vía para resolver conflictos.
La historia demuestra que las guerras solo traen muerte y destrucción. Cada incremento en gasto militar incrementa el riesgo de iniciar nuevos conflictos armados.
El gasto en armamento se termina restando de las partidas de educación, sanidad, vivienda, pensiones o en mejoras de la sostenibilidad ambiental, que son las verdaderas garantías de seguridad para las personas.
El aumento del gasto militar va dirigido a financiar a empresas productoras de armas y de servicios militares, que están aumentando sus ingresos, beneficiándose de la guerra de Ucrania, del genocidio en Gaza y de la tensión geopolítica. La industria armamentística y sus empleos deberían reconvertirse a la producción civil en sectores que realmente beneficien a la sociedad.
Es inconcebible destinar más dinero al peor uso posible, la industria militar, en el momento en que se requiere un importante esfuerzo para abordar cuestiones como la crisis climática, la pérdida de diversidad, el expolio del agua, de los suelos y de otros recursos naturales. Esos mismos gobiernos que hace meses se veían incapaces de garantizar una financiación climática a la altura que provea paz y vida, no dudan en comprometer cifras muy superiores en financiar el rearme.
Un clima de guerra recorta la democracia y restringe derechos civiles, justificando medidas represivas en nombre de la seguridad y de hacer el juego a “enemigos externos”.
La militarización refuerza la cultura del miedo y de la represión, alejándonos de sociedades libres y justas.
Nos oponemos a la amenaza de restauración del servicio militar obligatorio, que ya se ha reintroducido en Europa en 6 países (Suecia, Noruega, Dinamarca, Estonia, Letonia, Lituania) y en 2025 lo harán al menos otros tres más (Alemania, Serbia y Croacia). Otros países están adoptando otras medidas de adiestramiento militar a la población civil como Reino Unido, Países Bajos o Polonia. A la guerra siempre acaban yendo los hijos de las clases trabajadoras, nunca los hijos de los dueños de la industria de armamento ni las élites sociales o políticas.
El militarismo responde a intereses económicos y geopolíticos ajenos a la ciudadanía. El rearme facilita y sirve de excusa para un neocolonialismo militar dirigido a acaparar recursos de otros países.
La OTAN es una organización que solo sirve a los intereses estratégicos de Estados Unidos, utilizando a los otros países como peones en sus conflictos. La solución no es sustituirla por una organización europea “de defensa” destinada a imponer intereses neocoloniales que faciliten la rapiña de recursos en el Sur global, el papel de policía internacional, o el cierre de fronteras a las migraciones.
Criticamos el posicionamiento del Gobierno apoyando el aumento del gasto militar por intereses geopolíticos, mientras desatiende necesidades sociales urgentes como el derecho a la vivienda o la precariedad en el empleo.
La industria armamentística es una de las más poderosas, oscuras y corruptas, operando con plena impunidad y presionando a los gobiernos para mantener conflictos activos como el de Ucrania.
Es totalmente inmoral apoyar una escalada armamentística en defensa de una Europa “de los valores” mientras se permite la consumación de un genocidio como el de Palestina. Mantener inalteradas las relaciones diplomáticas y los acuerdos comerciales preferenciales con quienes perpetran crímenes contra la humanidad evidencia la doble moral de los gobiernos y organismos de la UE.
La guerra y el incremento del gasto militar se justifican con un discurso de defensa de la democracia, pero en la práctica solo refuerzan el autoritarismo y la desigualdad a nivel global”.▄